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Mostrando entradas de mayo, 2020

Las vamos a pasar de a metro

España mide las fases de la desescalada por el porcentaje de mesas que pueden ocuparse en las terrazas de los bares. La hostelería, convertida en asunto de interés nacional, puede incluso con el miedo que inspira la Covid 19. De ahí que la intención del Gobierno de dejar fuera de la Fase 3 la apertura de los llamados “locales de ocio nocturno” haya provocado la reacción indignada de los empresarios del sector (empeñados en que las discotecas son lugares de lo más sano). Por supuesto, las derechas y sus medios han apoyado y comprendido tal indignación. No se puede aguantar esta dictadura socialcomunista, bolivariana y feminazi. Es justo lo que debía pensar ese príncipe belga que se presentó con el coronavirus en una fiesta de la alta sociedad cordobesa, tras viajar desde su país natal sin que nadie le obligase a cuarentena alguna. Un héroe de la libertad, sin duda. El caso es que la pandemia se está refugiando en las fiestas (también, a veces, en los funerales), idealizadas por los neo

Las Españas asimétricas

Se diluye la alarma. Hay menos muertos. Será el calor, las medidas adoptadas en las semanas anteriores o vayan ustedes a saber qué. El coronavirus ha mostrado sobradamente su notable capacidad para despistar a científicos y médicos. Por eso se anuncian rebotes o nuevas oleadas o una creciente levedad de la Covid 19, de la misma manera que se desechan tratamientos, se avanzan otros nuevos y surgen aquí y allá noticias sobre vacunas, mutaciones y efectos secundarios. No es fácil cogerle el tranquillo al “bicho”, pero en lo que a España y buena parte del mundo se refiere ya no importa tanto la pandemia como sus consecuencias en distintos aspectos de nuestras vidas. Las bolsas se recuperan, China ha roto los pactos sobre Hong Kong, Trump ha entrado en guerra abierta con Twitter, los barrios negros de las ciudades norteamericanas se convierten en un campo de batalla, Bolsonaro ha dado una especie de extraño golpe de estado en dura pugna con algún tribunal y ciertas unidades de la Policía, T

Habría que celebrar elecciones todos los meses…

… Al menos (déjenme terminar la frase) hasta que ganen quienes no admiten otra opción que no sea su victoria. Aunque, bien pensado, ni siquiera votando una y otra vez se podría dejar satisfecho a todo el mundo: ni a las derechas, que solo entienden su manera y sus intereses; ni a ciertas izquierdas, que preferirían una utópica democracia directa y asamblearia a la de carácter representativo que disfrutamos; ni a los nacionalistas periféricos, empeñados en adquirir, intento tras intento, una hegemonía social (por supuesto irreversible y eterna) que dé alas a su impuso secesionista; ni a quienes prefieren volver al bipartidismo o, por el contrario, aspiran a la máxima multilateralidad… El mismo Sánchez quiso ir dos veces a las urnas, empeñado en mejorar su chance; pero no mejoró nada, sino todo lo contrario. Elecciones una y otra vez para despejar las dudas, recolocarlo todo y dar salida, o no, a la histeria política que se ha instalado en el país. Una histeria que produjo ayer resultad

Un Gobierno desbordado y unas derechas salvajes

Los errores y las canalladas se suceden en una batalla política sin cuartel, que lo enturbia todo y parece no tener límites en su virulencia retórica. Las derechas, en una insensata carrera hacia el abismo, han intensificado su ofensiva contra el Ejecutivo que preside Sánchez, convirtiendo el victimismo en una agresividad salvaje. No son de recibo los calificativos que se leen en las redes y en los medios ultraconservadores y que luego encuentran eco en los debates parlamentarios. Es cierto que el Gobierno parece desbordado y sus tácticas defensivas son tan torpes como contraproducentes. Pero al otro lado de la barricada retórica se maniobra ya con intenciones incompatibles con las reglas de la democracia. No es la atmósfera que necesita España cuando se afronta una pandemia que ha dejado decenas de miles de muertos y una economía semiarruinada. Las cosas se están poniendo muy feas. A estas alturas, por ejemplo, es evidente que agentes de la Comandancia de Madrid de la Guardia Civil e

¿De quién es el 8-M? ¿De quién es la Guardia Civil?

Todo vuelve, de manera obsesiva, al 8-M. El coronavirus, la enfermedad, el contagio, la oportunidad de acabar con el Gobierno elegido democráticamente, el vuelco, el fin definitivo de los derechos sociales, el triunfo de la que para los conservadores es la única idea de España posible… Todo gira en torno a esa fecha y a un factor político esencial para las radicalizadas derechas: recuperar una correlación de fuerzas en la cual el aparato del Estado vuelva a pertenecerles y actúe como correa de transmisión de sus afanes e intereses. De ahí que esas mismas derechas quieran hoy dejar muy claro que la Guardia Civil es “suya”. Faltaría más. Los guantes morados, de ellos, de los socialcomunistas y las feminazis; los tricornios, nuestros. Bajo ese lema toda la trama reaccionaria ha reactivado su acoso a un Ejecutivo cada vez más medroso y carente de iniciativa. Marlaska ha prometido a los cuerpos y fuerzas de la seguridad del Estado un aumento de sueldo. ¿Era lo único que podía hacer? ¿Y de

Paren el tiovivo, que me mareo

Supongo que el estado de alarma irá concluyendo poco a poco, aunque sea para entrar en una nueva normalidad frágil, extraña y sujeta a las amenazas que la pandemia sigue proyectando sobre todo el planeta. El problema es un virus y por extensión el deterioro evidente y generalizado del nicho ecológico que habitamos y destrozamos con saña obsesiva. El problema es el desorden mundial y la hegemonía, sin remedio aparente, de un capitalismo de casino, una economía basada en la especulación y la estafa. Pero en España, el país de las contradicciones y la contrahistoria, la Covid 19 ha acabado siendo una cuestión esencialmente política en vez de una enfermedad. No hay razonamiento ni lógica ni comparación con otros países que valga… Gobierno y oposición de derechas (con los periféricos animando la feria) se han lanzado a una peligrosa lucha por el poder donde la ciencia sobra porque impera la magia. Sánchez intentó, con torpeza pero lo intentó, situar la cuestión en el territorio de los exper

Intelectuales, artistas, actores y otros progres

Quiénes fuimos IV Las derechas, sobre todo las más ultras, claman contra los intelectuales y creadores progres. Por el contrario, la peña más reaccionaria saluda con entusiasmo a personajes como José Luis Campuzano “Sherpa”, cantante y bajo de “Barón Rojo” y ahora de “Barón”, que ha jaleado las caceroladas. ¡Ese sí, que sí! Lástima que haya tan pocos como él, ¿verdad?. Ayudas a las empresas sí, ¡pero no a las culturales ni a las dedicadas a la información! El grito recorre internet, replicado por toda la peña conservadora. El deporte espectáculo merece ser salvado con la ayuda del Estado, y los toros y la hostelería, por supuesto. También el negocio del ladrillo, para el que se reclaman nuevas reclasificaciones de suelo así que arranque la desescalada. Pero el teatro, la danza o el cine y las televisiones… bien podrían quedar definitivamente arrasados por la pandemia. ¡Los de la ceja!, se advierten entre sí los españoles de bien. En un país que vio morir en el exilio a no pocos de sus

Son así, no pueden evitarlo

Debía ser la una del mediodía, cuando por mi calle pasaron algunos coches que volvían de la manifestación motorizada convocada por Vox. Primero un Porsche Cayenne cuyos ocupantes se lo hacían de discretos tras las lunas tintadas, y más tarde un Mercedes Cabrio (de esos pequeños deportivos que podríamos denominar “spider” o “roadster”) con dos banderas rojigualdas al viento y un pedazo de altavoz donde sonaba el “¡Que viva España!” de Escobar. Resultaba tan evidente y descarado el toque pijo, que por un momento podías pensar que se trataba de una alucinación provocada por los lugares comunes en torno a las manifas de la extrema derecha. Pero no, era real  y hasta cierto punto gracioso. Cabe suponer que la gente bien que ha acudido a la convocatoria de Abascal no puede evitar darse a entender, no puede remediarlo. Son una caricatura. Es decir, disfrutan siendo una caricatura. De ahí los bugas a todo tren, los polos de color pastel y, si me apuran, la gomina. El cliché. Desde que el PCR m

¡Negativo! Ya estoy libre del virus

El PCR ha dado negativo. Según lo cual la Covid 19 se ha ido de mi organismo como vino: sin dar señal alguna, sin dejar rastro (bueno… los anticuerpos, que quizás me garanticen cierta inmunidad, o no, o vayan ustedes a saber). Estoy encantado de abandonar al fin la cuarentena, volver a moverme libremente por mi casa, poder salir a la calle, saludar al vecindario y cerrar el capítulo de las preocupaciones y la paranoia. El mío ha sido un caso asintomático total. Así que puedo considerarme afortunado, y de hecho estoy tan contento que ni siquiera la triste situación política le resta un ápice a mi alegría. Pasar el coronavirus sin síntomas te deja una sensación extraña. De alivio, por supuesto. Y también de cierta irrealidad. Cuando tanta gente ha muerto o lo ha pasado muy mal, haber transitado sin daño alguno por el interior de la pandemia resulta cuando menos turbador. Nuestra vida está sujeta a las leyes del caos, cuyas arbitrarias consecuencias identificamos con la suerte o la desgr

Sánchez sobrevive, Iglesias maquina

Hasta mañana no me dicen nada. De lo mío, quiero decir; del PCR que debe determinar si estoy o no estoy. Entre tanto, dejo pasar unas horas tan cargadas de acontecimientos, sobresaltos y jugadas sucias que resulta imposible hacer una foto fija de la actualidad. En la tarde del miércoles, por ejemplo, los colegas que analizan la situación (y me refiero quienes lo hacen en medios de cierta relevancia, no en blogs caseros como un servidor) cerraron el ordenador para irse a cenar tras haberle dado todas las vueltas posibles a un debate en el Congreso cargado de mensajes cifrados, regates en corto y una cerrazón inaudita (habida cuenta de la que nos ha caído encima con el jodido coronavirus). Poco después de las nueve, el panorama se daba la vuelta y conocíamos la existencia de un sorprendente acuerdo entre PSOE, Unidas Podemos y EH Bildu para acelerar la anulación “íntegra” de la Reforma Laboral que aprobó Rajoy en 2012. En teoría, ese pacto tenía que ver con la abstención de los abertzale

Con pandemia o sin ella, cada cual a lo suyo

He pasado por el Centro de Salud, donde dos enérgicas enfermeras debidamente protegidas por lo que parecían impenetrables EPIs “made in China” me han cuadrado, me han sentado, me han dado órdenes, me han metido una torunda por la garganta y me han echado de allí por la vía rápida. Ahora solo queda dejar pasar cuarenta y ocho horas (espero que no más) para saber si sigo en brazos de la Covid 19 o ya me he liberado. Lo peor es que, según voy leyendo, no está nada claro que los infectados leves o asintomáticos produzcamos suficientes anticuerpos como para garantizarnos la inmunidad ante esa segunda oleada de la pandemia que todos sitúan en el próximo otoño (o antes, que a día de hoy sigue habiendo contagios y defunciones). Vaya fiasco. ¿El debate en el Congreso? No sabría qué decirles. En realidad, tanta polémica, tanto ansia, tanta polvareda y tanta mala hostia no son consecuencia del impacto causado por el coronavirus, sino el efecto retardado, aunque amplificado, de las fobias política

Hay gente para todo… y para más

El coronavirus ha sido clasificado en el género femenino (“la” Covid 19) por los señores académicos. De lo cual tomo nota. A mí, lo que me digan. Encerrado en mi particular lazareto, obligado a pasar las horas mirando los árboles del soto a través de la ventana, del ordenador a los libros, de los libros al ordenador pasando a veces por la pantalla de la tele, compruebo mi analógica vocación socializadora, presencial e interactiva. No es que no admire los avances tecnológicos y las maravillas de la revolución digital, pero ahora mismo lo que más me gustaría sería salir a tomar el vermut, pasear y hablar de tú a tú con mis amigos. Por algo soy de este país que ha sido capaz de movilizar los bares antes que los colegios sin que llegara a producirse polémica alguna al respecto. Aquí discutimos por todo y la confrontación política e ideológica alcanza límites inauditos. Pero sabemos a qué atenernos: no hay más normalidad que la definida por el derecho a tomar las cañitas de rigor, y el curs

¿A la residencia?¡Ahora sí que no!

Mientras espero turno para que me hagan otro PCR, a ver si el virus ya me ha dejado en paz (aunque, la verdad, poca guerra ha dado… y vuelvo a tocar madera), paso los días leyendo y viendo series de Netflix (ahora estoy medio enganchado a “Narcos”). Leo y veo las noticias con creciente escepticismo. Por diversos motivos. El principal, que al margen de algunos foros de alto nivel donde se refugia la gente con conocimiento y criterio, el debate público se ha demenciado de tal forma que poco puedes hacer, salvo deshuevarte con las imágenes de la “rebelión” del pijerío. Las derechas, después de tres años evocando la desgracia de Venezuela (un gobierno asqueroso y una oposición canallesca) ha decidido ponerse en plan caribeño y traerse a Madrid al mismísimo municipio de Chacao (Departamento de Caracas y capital honoraria del antichavismo). Por si teníamos poco con el Covid 19, ahora hay que lidiar con estas mamarrachadas. Pero yo quería hablar de las residencias (tan famosas como enlutadas)

Las izquierdas, en la cuerda floja

En sí misma, la pandemia resulta demasiado desconcertante como para que encima se haya convertido en un fenómeno político descontrolado y sujeto a las más estupendas demagogias. Aquí está España: ayer, las derechas exigían confinamiento absoluto a un Gobierno vacilante y asustado ante las consecuencias de tal medida; hoy reclaman a cacerolazo limpio un inmediato y total desconfinamiento al mismo Ejecutivo, que ahora, ¡ay, madre!, anda con pies de plomo visto lo sucedido en los últimos dos meses. Lo de Madrid, por supuesto, es una astrakanada en toda regla. Y el debate mediático al respecto da grima (y ya me perdonarán mis colegas de la Villa y Corte), porque se ha informado sobre el coronavirus tan mal, tan de parte y con tales incoherencias que el único objetivo logrado ha sido volver al personal majara. Cada vez le tengo más respeto y miedo (lo confieso) al Covid 19. Porque es imprevisible, actúa según unas claves aún no decodificadas y su presencia y sus efectos desafían cualquier i

Valientes de facha y boquilla

Quienes fuimos (III) Fin de semana. Y aquí sigo. Mis anticuerpos internacionalistas pelean contra el virus global, y yo diría que están a punto de derrotarlo, salvo que me tienda alguna emboscada de última hora y me haga morder el polvo (toco madera). Este es uno de esos momentos en los cuales el valor no resulta tan decisivo como la suerte. Así que mejor dejo de presumir y les invito a un paseo por la Historia, aprovechando la figura del conocido líder de Vox y muchísimo español, Javier Ortega Smith, uno de los grandes personajes hispanos de la pandemia, cuya ardua batalla contra los “bichos” chino-comunistas todavía no ha concluido. Le deseo una pronta y total recuperación, y ya que estamos en vereda, hablemos de la valentía, la osadía y la audacia que las derechas nacionales siempre han reclamado como una de sus grandes virtudes. Ya saben: El Cid, Las Navas de Tolosa, el Duque de Alba, Lepanto, Bailén, el barrio de Salamanca...   Los trucos de la alt-right Según parece, Ortega Smith