Un Gobierno desbordado y unas derechas salvajes
Los errores y las canalladas se suceden en una batalla política sin cuartel, que lo enturbia todo y parece no tener límites en su virulencia retórica. Las derechas, en una insensata carrera hacia el abismo, han intensificado su ofensiva contra el Ejecutivo que preside Sánchez, convirtiendo el victimismo en una agresividad salvaje. No son de recibo los calificativos que se leen en las redes y en los medios ultraconservadores y que luego encuentran eco en los debates parlamentarios. Es cierto que el Gobierno parece desbordado y sus tácticas defensivas son tan torpes como contraproducentes. Pero al otro lado de la barricada retórica se maniobra ya con intenciones incompatibles con las reglas de la democracia. No es la atmósfera que necesita España cuando se afronta una pandemia que ha dejado decenas de miles de muertos y una economía semiarruinada.
Las cosas se están poniendo muy feas. A estas alturas, por ejemplo, es evidente que agentes de la Comandancia de Madrid de la Guardia Civil elaboraron, a petición de la jueza Rodríguez-Medel, un atestado lleno de inexactitudes manifiestas, bulos, medias verdades, acusaciones subjetivas... y como guinda del pastel una notoria manipulación de los interrogatorios practicados a diversos testigos, que no reconocen sus respuestas en el documento policial e incluso han mostrado la declaración que firmaron para probar que se acabó poniendo en su boca justo lo contrario de lo que dijeron. Esto es gravísimo. Y lo es más aún si se tiene en cuenta que el mando responsable fue un personaje como el coronel Pérez de los Cobos, que ha jugado papeles muy significados en otros acontecimientos de enorme transcendencia política. ¿Chapuzas? ¿Maniobras desestabilizadoras? En contraposición, resulta increíble que el ministro Marlaska, impávido mientras los voceros ultras le llaman en su cara “traidor”, “indigno” y otras lindeces similares, se empeñe en insultar la inteligencia de ciudadanas y ciudadanos insistiendo en que el cese del jefe de la Guardia Civil en Madrid fue producto de una simple reorganización, en vez de explicar la verdad y señalar ante la opinión pública que quienes actúan como policía judicial no pueden elaborar acusaciones espurias, manipular un atestado y encima filtrar la jugada a ciertos medios.
El gran problema del Gobierno es que su respaldo electoral proviene de un sector de la sociedad que suele ser mucho más exigente y crítico que el alineado en la acera de enfrente. Por eso tendría que hilar más fino, recuperar la iniciativa, dejar de dispararse a los pies y, si se me apura, confiar más en el pueblo: apostar por una comunicación sincera y dejarse mentiras piadosas y de hipocresías. En estos momentos, el impacto del coronavirus ha degenerado en una especie de locura política, una espiral de polarización y mala hostia que puede tener muy feas consecuencias. Denunciar a las derechas y su feroz campaña requiere precisión y firmeza. Porque cuando gente como Cayetana Álvarez de Toledo (perfectamente retratada en su inaudita réplica a Pablo Iglesias) o Macarena Olona (que parece un ser de otro planeta) dicen en el Congreso lo que dicen, es preciso templar muy bien las respuestas. Arrastrada por los delirios fascistas de Vox, la cúpula del PP está evolucionando desde un conservadurismo que quería ser liberal (sin acabar de lograrlo) a una especie de extremismo faccioso de tradición golpista. Hay que hacerle frente con inteligencia.
Eso sí, mientras ruge la marabunta, esas derechas tan patrióticas barren para casa. Como siempre. Ayuso quiere recuperar económicamente Madrid eliminando cualquier control urbanístico. El ladrillo, otra vez. Y sin trabas ni reglas, al estilo Monasterio. Al tiempo, en Zaragoza, el Ayuntamiento (PP y Cs, con el apoyo de Vox) ha lanzado su primera gran iniciativa postpandemia: ofrecerá uno de los mejores solares de titularidad municipal para construir un gran hospital… privado. La operación se presenta como una forma de conseguir recursos, aunque está por ver cuántos; porque el terreno (20.000 metros cuadrados) saldrá a subasta aunque de lo que paguen por él habrá que deducir el elevado coste de la urbanización de la zona, que correrá a cargo de la ciudad. Se da por hecho que uno de los grupos sanitarios a cuya medida se ha dispuestos esta operación inmobiliaria es Quirón, que además lleva tiempo firmando sustanciosos convenios con el “Salud” aragonés para atender a pacientes de la semicolapsada sanidad pública desviados de las listas de espera. Todo parece estar bien atado.
Ya ven: debajo del guerracivilismo siempre alienta el pelotazo.
Bienvenidos estos soplos de aire fresco, de ciercico limpiador de tanta polución mental...
ResponderEliminarCuanto más intenso es el ladrido , más pingue es el bocado
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