Paren el tiovivo, que me mareo

Supongo que el estado de alarma irá concluyendo poco a poco, aunque sea para entrar en una nueva normalidad frágil, extraña y sujeta a las amenazas que la pandemia sigue proyectando sobre todo el planeta. El problema es un virus y por extensión el deterioro evidente y generalizado del nicho ecológico que habitamos y destrozamos con saña obsesiva. El problema es el desorden mundial y la hegemonía, sin remedio aparente, de un capitalismo de casino, una economía basada en la especulación y la estafa. Pero en España, el país de las contradicciones y la contrahistoria, la Covid 19 ha acabado siendo una cuestión esencialmente política en vez de una enfermedad. No hay razonamiento ni lógica ni comparación con otros países que valga… Gobierno y oposición de derechas (con los periféricos animando la feria) se han lanzado a una peligrosa lucha por el poder donde la ciencia sobra porque impera la magia. Sánchez intentó, con torpeza pero lo intentó, situar la cuestión en el territorio de los expertos. Hace tiempo que tal cosa se ha convertido en un imposible. Ahora el tiovivo gira a velocidad de vértigo y casos como la destitución del coronel Pérez de los Cobos (jefe de la Guardia Civil en Madrid) pueden marear a cualquiera. Paren, paren que me bajo.

Este señor, Diego Pérez de los Cobos, el que fue jefe del desastroso dispositivo del 1-O en Cataluña (monumental chapuza policial y política), estaba ahora en otro cargo sensible. Bueno, nunca ha dejado de estarlo porque lleva lustros actuando como asesor de la cúpula de Interior, al servicio tanto del PSOE como del PP, con fama de ser un tipo duro (fue juzgado por torturar a un miembro de ETA pero quedó absuelto por falta de pruebas), ser muy conservador y tener... “peso”. Mientras él cortaba bacalao en el Ministerio, su hermano Francisco de Asís, prestigioso jurista, fue presidente del Tribunal Constitucional del 2013 a 2017. Que ahora estuviera al frente de la Comandancia madrileña de la Guardia Civil no podía extrañar a nadie. Que haya sido destituido de dicho cargo en medio de un laberinto de pasiones, acusaciones y equívocos políticos ya parece bastante más peliagudo. Porque, de manera simultánea, en las últimas horas el coronel fue puesto a parir por la extrema derecha, que le repudió al conocerse que había dado instrucciones a sus agentes para que protegiesen el chalet de Iglesias-Montero en Galapagar (¡qué vergüenza, la Benemérita custodiando a los chavistas-comunistas!); aunque también atrajo el interés positivo de esa misma facción ideológica al saberse que, actuando como policía judicial, guardias a sus órdenes habían informado (al juzgado correspondiente pero también a varios medios de la onda reaccionaria) de actividades presuntamente sospechosas del ministro Illa y sobre todo del director del Centro de Alertas Sanitarias, Fernando Simón. De esta forma, la mañana empezó con los medios y webs más fachosas atacando sin compasión al que creían protector de los podemistas, y al mediodía, al conocerse su cese por orden del ministro Marlaska, esa campaña giró sobre sí misma y el traidor de horas antes se convirtió en héroe.

Así está España. Las desenfrenadas derechas atacan un día y otro a un Ejecutivo que debe dedicar a su propia defensa el tiempo que habría de asignar a tareas mucho más importantes y necesarias. El “caso Pérez de los Cobos”, con sus vaivenes y sus implicaciones (en los ámbitos conservadores se ha llegado a decir que su destitución es una ofrenda gubernamental a los independentistas catalanes, por lo del 1-O), no ha de ser el único en el que argumentos y valoraciones vengan revueltos. Resulta que la instrucción de las denuncias contra el delegado del Gobierno en Madrid, ya imputado (y que para colmo de pitorreo se apellida Franco), la lleva la jueza Carmen Rodríguez-Medel, que ha sido quien pidió los famosos informes sobre Illa y Simón. Y esta magistrada no es nueva en los noticiarios, pues tuvo un papel muy activo e incriminatorio en las investigaciones de los másteres de Cifuentes y de Casado, y porque sonó como posible directora general de la Guardia Civil al constituirse el actual Gobierno, aunque la cosa quedó en nada. Rodríguez-Medel fue entonces criticada e insultada por los más conservadores, a pesar de que se la ha considerado siempre persona de orden, hija y hermana de guardias civiles. Pero en su árbol genealógico figura otro miembro del cuerpo que pasó a las páginas de la historia: es nieta de José Rodríguez-Medel, el jefe de la comandancia de Pamplona que el 18 de julio de 1936 intentó organizar a sus guardias para enfrentarse al golpe militar que estaba desencadenando el general Mola en la misma capital navarra. Fue asesinado sobre la marcha por los alzados. Impresionante, ¿verdad?

En el torbellino de la pandemia y sus consecuencias políticas (y ahora, judiciales) los personajes entran y salen de escena sin que lleguemos a saber quiénes son exactamente. Pérez de los Cobos y Rodríguez-Medel son lo que son, pero sobre todo lo que los demás ven en ellos. El propio Marlaska se está convirtiendo en una de las bestias negras de los reaccionarios, después de haber sido en el pasado un hombre alabado por su compromiso en la lucha contra ETA.

Un país demasiado agitado, demasiado confuso, demasiado dividido. Un país de locos.


Comentarios

  1. Todo este puzzle no encaja porque creo que faltan una piezas importantísimas que son las del OPUS, siempre escondidas.

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