PP y VOX no son una alianza, son un “pack”
PP y Vox no están llamados a ser una alianza sino un pack. Necesitan sumar -como también les ocurre al PSOE y a lo que haya a su izquierda-, pero además comparten una ideología, una visión, un destino. Se remiten a las mismas identidades y a idénticas ensoñaciones. No nos engañemos: la derecha moderada, liberal o democristiana apenas tuvo fuerza en España y quienes podían estar en ese espacio o han ido quedando fuera de combate o se han arrimado a posiciones más radicales. Es lo mismo que les pasa hoy a buena parte de las derechas europeas, que fueron centro-derecha un día aunque ahora bailan al son que les tocan sus correspondientes ultras. Incluso la germana CDU se está escorando más ya más a estribor, ahora que Merkel ya no está al frente y los neonazis de Alternativa por Alemania aprietan.
El PP viene de la tardofranquista AP más que de la reformista -y reventada- UCD, y Vox viene del PP. Círculo cerrado. Casado y el Feijóo que reinaba en la calma chicha gallega se hartaron de decir que con sus primos del morrión y el cetme no irían ni a recados. Los dos se la tuvieron que envainar. El primero porque los suyos le echaron a patadas por lo que bien sabemos; el segundo porque cuando llego a la presidencia del partido ya había quedado muy clara la cuestión: con Vox en Castilla y León... y en lo que venga.
A Sánchez le han adjudicado sus enemigos, entre otras lindezas, fama de mentiroso compulsivo. Feijóo, en cambio, no puede mentir porque sus intervenciones oscilan de un lado al otro en cosa de días y aun de horas y segundos, por lo cual no acabamos de saber si viene o va, si sube o baja. Pero supongo que ya sabe cómo será, si es, su victoria electoral: compartida. Por eso no quiere ir al debate a cuatro. No sólo por la escasa confianza en sí mismo de que hace gala y lo endeble de sus gaseosos argumentos, sino sobre todo porque con las cuatro marcas electorales cara a cara -dos contra dos- se visualizaría sin asomo de duda que las derechas son un pack, mucho más trabado e indisoluble que el que conformaron PSOE y Podemos y el que los socialistas quieren reeditar con Sumar. Vox se ha ido al último extremo, dice cosas absurdas e imposibles y de él emergen figuras de majareta extravagancia; pero su mensaje tribal, tradicional e hipernacionalista encaja a la perfección en esa parte del PP que lleva más de cuarenta años mirando hacia atrás con nostalgia.
Repito: dicen que la hermandad PP-Vox ya está descontada y no moverá votos de acá para allá. Yo no lo creo así. Y en los despachos de Génova tampoco. Por eso disimulan como pueden.
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