La semana de la locura... y los bulos

Disculpen, pero otras ocupaciones urgentes me han tenido alejado de este blog durante tres días. No es que en este lapso de tiempo hayan pasado grandes cosas. La campaña sigue su tran-tran. Pero esta semana que ahora empieza y que acabará el mismo domingo electoral amenaza con convertirse en una locura sin remedio. Las últimas encuestan han perfilado un panorama contradictorio e indeterminado, pese a que es obvio que las derechas llevan ventaja. Pedro Sánchez sigue lanzado por el carril de sus propios convencimientos, sin reaccionar a nada de lo que pueda pasar a su alrededor. Alberto Nuñez Feijóo, tras triunfar en su versión más ayusista y ser investido por Jiménez Losantos como gran líder nacional del conservadurismo duro, sigue sin soltar prenda de qué piensa hacer exactamente si gobierna España. Yolanda sonríe sin parar, que ya es bastante en este país sometido a profecías apocalípticas. Santiago Abascal anda encabronado con todo y con todos, porque los medios de su cuerda -no ya los malditos progres, sino ABC, El Mundo y demás- le han dejado tirado en la cuneta y fomentan sin el menor disimulo la concentración de votos en las candidaturas peperas. Corren bulos disparatados, se publican noticias más falsa que el beso de Judas, los reaccionarios -sean moderaditos o más valientes que Millán Astray- sacan a pasear el fantasma del pucherazo, que se daría automáticamente siempre que ellos no ganan por goleada... Con el añadido de las olas de calor, no es raro que el personal esté medio aventado. Pero, ojo, que igual resulta que esto no llega a su desenlace el 23, porque, según como salgan los números, la fiesta puede prolongarse semanas después e incluso meses.

Ninguna empresa dedicada a esa magia que llamamos demoscopia y cuyos trucos y trampantojos han dejado de ser un misterio para convertirse en puro cachondeo; ninguna de ellas digo, salvo el CIS, pone en duda que el PP será el partido más votado, que le chupará a Vox un buen puñado de sufragios, que ambas formaciones pueden alcanza la mayoría absoluta -176 diputados- o más aún. Ahora bien, hay demasiados escaños en juego que van a decidirse por pocos miles e incluso cientos de votos, sobre todo en las circunscripciones que solo reparten tres o cuatro actas de diputado. Y otra cosa más: toda la derecha, radicalizada y vengativa, está movilizada; pero en la izquierda hay un contingente importante de electores que, si dan un paso adelante y se activan,  podrían desbaratar la foto previa. Por eso bastantes sondeos, inspirados desde ámbitos  conservadores, consideran la victoria de PP inapelable, reducen ostensiblemente el espacio de Vox y así sugieren a la ciudadanía progresista que todo está hecho, y total para qué vas a molestarte en acercarte el domingo a las urnas. Sin embargo, habida cuenta de que el voto útil ha entrado en el campo de juego, que la llamada ley d’Hont no funciona igual en unas provincias que en otras, y que no es poca la gente de izquierdas tan alarmada como el que suscribe, pues creo que aquí no se ha dicho la última palabra.

En el campo reaccionario todo está bastante claro: echar a Sánchez, y luego que surja un Gobierno “de bien” para los españoles “de bien”. El PP esconde su juego. Vox ha lanzado propuestas -por ejemplo sus dos tramos únicos para el IRPF- que inmediatamente provocarían el hundimiento del Estado. Las derechas solo ofrecen bajadas de impuestos, reducción de las regulaciones para que quien tenga dinero haga lo que quiera, censura, “normalización” social, patrioterismo y control bajo mano de todo lo que se salga del tiesto. Que no llueve, más pantanos; que la sanidad y la educación públicas se resienten, se favorece la emigración al sector privado apoyándola fiscalmente, lo mismo en lo referido a las pensiones. Una judicatura en manos de las asociaciones conservadoras, una policía patriótica, unidad de España por cojones, ruptura definitiva del pacto social... Y el que más pueda, capador.

Todo esto, como es lógico, se camufla en medio de una tormenta de mentiras como jamás se había visto. Flipa con lo de Correos, que en medio del mogollón montado por los reaccionarios está gestionando dos millones y medio de votos, con algún apuro pero cumpliendo a rajatabla. O la broma de Feijóo en TVE, que se empeñó el menda en sostener que el PP siempre ha votado a favor de mantener el poder adquisitivo de las pensiones. Mentía como un bellaco, por supuesto. Y al final lo reconoció de mala gana en un tuit. Así vamos. A este paso, la excursioncita en barco con el narco gsllego será cosa de Sánchez, no de su desahogado oponente.

En fin, que estamos ante una coyuntura muy pero que muy dramática. Luego habrá gente que, diciéndose de izquierdas o simplemente demócratas, pase de ir a votar. Con la que nos puede caer. ¡Ay, madre!

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