La mentira calculada e impune


Durante años ha estado cayendo la lluvia reaccionaria hasta empapar a buena parte de la sociedad española.. Un tenaz aparato propagandístico, que ha incluido medios convencionales, el uso sistemático de bots en las redes y el concurso de miles de espontáneos dispuestos a llevar a sus grupos de whatsapp cualquier ocurrencia o falsedad, ha actuado día tras día generando la imagen negativa del Gobierno progresista. Por contra, éste no parecía capaz de contrarrestar lo que le estaba cayendo encima. Fuese porque los integrantes del Gabinete estaban muy ocupados intentando eludir las consecuencias de la pandemia o de la invasión de Ucrania, fuese porque no podían o no querían salir al encuentro de las campañas derechistas, el caso es que ni se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo. Sánchez creyó que eso se zanjaba con discursos interminables, reiterativos y finalmente inexpresivos; Iglesias bajó al barro, a hacerles el juego a sus enemigos mil veces más astutos que él en el arte de remover la mierda. De esta forma, poco a poco, la mentira se convirtió en verdad, la verdad en mentira, las medias verdades y las medias mentiras invadieron todo debate, y así las izquierdas han llegado al día de hoy, cuando en la acera de enfrente pueden mentir con absoluto descaro, ser descubiertos... y aquí no pasa nada, que el Pinocho trolero es el sociata.

Ayer, la prensa conservadora salió en tromba a cubrir a su líder político tras el aparatoso resbalón en el tema de las pensiones y su poder adquisitivo. Con mayo o menor mala hostia echaron la culpa del incidente a la periodista de TVE que se atrevió a puntualizarle a Feijóo que, contrariamente a lo que él estaba diciendo, el PP no sostuvo siempre el poder adquisitivo de las pensiones. Pero bueno -clamaban columnas y magazines radiofónicos-, a esa sanchista, socialcomunista y paniaguada... ¿cómo se le ocurre contradecir al jefe de manera tan grosera?, ¿acaso no sabe que el mentiroso es “El Otro”? Se pudieron leer y escuchar intervenciones tan bochornosas que helaban la sangre. ¿En qué nos estamos convirtiendo?

Por supuesto que el PP lleva lustros intentando contener la actualización de las pensiones y se manifestó reiteradamente en contra de su última subida. Por supuesto que las derechas apuntan a un inmediato futuro en el que la sostenibilidad del sistema público de pensiones precisará que el personal se busque la vida en el ámbito privado; si le llega, y si no le llega, que espabile. Pero hay más. Por ejemplo, no es cierto que el juez que llevaba el caso de la intervención de teléfonos de miembros del Gobierno mediante el programa Pegasus haya archivado la investigación porque Moncloa le estuviese boicoteando. En absoluto. La causa está parada porque Israel, productor del citado programa espía, se ha negado en redondo a colaborar. Lo dice el auto correspondiente. Otro caso: tampoco es cierto que Sánchez fuera miembro del consejo de administración de Caja Madrid. En su condición de concejal madrileño sólo formó parte de la asamblea general de dicha entidad financiera, un órgano sin atribuciones, multitudinario -más de doscientos integrantes- y que apenas se reunía. Caja Madrid fue siempre cosa del PP; de Blesa primero, y de Rato después. Ambos acabaron en la cárcel.

España, sin duda alguna, tiene un precio de la gasolina y la luz que son los más baratos de Europa. Su crecimiento también es puntero no porque nuestra economía vaya como una moto -otra expresión desafortunada de Sánchez-, sino porque las locomotoras de la UE están cayendo en recesión, mientras aquí vamos aguantando el tirón. Se ha creado empleo en una coyuntura muy desfavorable -el covid desarticuló el turismo hundiendo dos temporadas consecutivas-. No es verdad que se estén destruyendo presas y sus correspondientes embalses; sólo han sido desmanteladas algunas intervenciones hidráulicas muy pequeñas, ya sin uso o claramente perjudiciales para el medio ambiente. El cambio climático y la sequía sí están destruyendo cosechas, provocando pérdidas terribles en el sector primario y contribuyendo a incrementar el precio de los alimentos -para colmo Rusia acaba de declarar que cierra las rutas para la exportación de cereal ucraniano-... Son evidencias tan palmarias que da vergüenza pensar que han sido puestas en cuestión por gente que quizás gobierne España muy pronto.

Las mentiras de los reaccionarios han desvirtuado el debate público. ¡Por supuesto que Sánchez y los integrantes de su gobierno tendrían que dar explicaciones sobre su gestión! Pero ni siquiera eso parece posible en medio de semejante vendaval de bulos. Feijóo, que mañana, miércoles, se escaqueará del debate a cuatro ha matizado que el no falta a la verdad, aunque a lo mejor, oye, puede ser que maneje algún dato inexacto. Hay que tener cuajo.

Y en esas andamos. Las derechas mienten de manera calculada y constante porque saben que van a quedar impunes. A partir de esta situación solo queda llorar por las esquinas, o pararles en las urnas.

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