La campaña, los pactos postelectorales y la palabra de Guardiola


Escuchar a la futura presidenta de Extremadura -¡pobre mujer!- decir que su palabra no es tan importante como el futuro de dicha comunidad produce una singular ternura. La misma que provocan los niños cuando disfrazan sus ingenuas mentiras con excusas más ingenuas todavía. Pero esta campaña, que formalmente no ha comenzado aunque ya está en marcha, será pródiga en trucos -infantiles, retorcidos o demenciales-, así que ya podemos prepararnos a oír y ver de todo.

Una ilustre politóloga a la que sigo y admiro suele decir estos días que, según indica la demoscopia, más de un tercio de los votantes deciden su opción durante la campaña propiamente dicha, e incluso los hay que toman su determinación mientras entran al colegio electoral. Doy por buena la posibilidad, pero tengo para mí que aquí cada cual va definiendo poco a poco en su subconsciente qué líder, lideresa, partido o coalición le cae mejor, y cual peor, y en la campaña ese juego de simpatías y antipatías acaba de fraguar definitivamente. En todo caso las dudas pueden girar en torno a qué marca escoger dentro de cada bloque: PP o Vox, PSOE o Sumar, PNV o Bildu, Esquerra o Junts... En este sentido, el voto útil jugará un papel importante el próximo 23-J. Por eso, al margen de lo que pase en la campaña, buena parte de la ciudadanía calculará previamente la eficacia real de su sufragio, sobre todo en las circunscripciones que reparten tres o cuatro escaños. En esas provincias escasamente pobladas el sistema pierde su proporcionalidad y los partidos minoritarios están fuera de juego antes de empezar el encuentro.

Las izquierdas, acojonadas como todos sabemos, necesitan utilizar la campaña para movilizar a sus votantes más exigentes y evitar pérdidas por sus flancos. Las derechas querrían que de aquí al 23-J no hubiese otra fuerza física que la inercia del 28-M, una bola de nieve rodando por la ladera mientras engorda y se convierte en alud. Curiosamente en ambos bloques las dos fuerzas fundamentales, PP y PSOE, usan las alianzas de su contraparte como argumento para impulsar a los propios y desmoralizar a los ajenos. Un mecanismo muy trucado que hasta la fecha le sale mucho mejor a la derecha -donde Vox ha dejado de provocar rechazo, más bien al contrario- que a la izquierda, cuya relación con Esquerra o Bildu produce en ciertos sectores un evidente malestar. De ahí que el elusivo Feijóo no quiera ir a los debates a cuatro por la tele -porque además él y sus asesores saben que ahora la izquierda-izquierda está representada por la habilidosa Yolanda, no por aquel Pablo atiborrado de épica-, mas sí se apunta a una confrontación a siete, donde la presencia de los periféricos -Esquerra, Junts y Bildu- le permitiría poner a Sánchez frente al monstruo de Frankenstein. Sin embargo en esta campaña ha aparecido otro enfoque: Vox ya no es un soporte circunstancial del PP sino un socio que participa en los nuevos gobiernos autónomos y municipales e impone buena parte de su psicodélico y brutal ideario.

Porque Vox, es evidente, le está ganando al PP el pulso de los pactos. Guardiola hubo de comerse su palabra, y sus homólogos en Murcia y Aragón ya han tomado nota. La extrema derecha suspende la representación de una obra teatral de Virginia Wolf, quita de los ayuntamientos las banderas arocoíris y afirma, por boca de Abascal, que la educación sexual corrompe a los niños. Nadie del PP político y mucho menos del mediático es capaz de salir al paso de estas burradas. Jiménez Losantos truena contra la deriva sacristanesca y ultrafriki que el Yunque, el Opus y Hazte Oír están imponiendo en Vox; no obstante fue el primero en disparar contra la extremeña Guardiola cuando ésta quiso ser mujer de palabra. ¡Por favor!

Y las encuestas, que siguen profetizando cosas feas. Pero, tranquilos, aún tenemos queda mucha campaña.

Comentarios

  1. Ellos tienen como bandera estratégica la mentira unida a los sentimientos y a los errores de la izquierda
    La izquierda necesita una estrategia única y compartida. Unir las voces en una sola consigna que mueva sentimientos y valores frente al desmantelamiento del avance democrático.
    Pues nada, a dar a la imaginación.

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  2. Me desperté a las 4.00 bañado en sudor frío. Escuché un ruido en la puerta de casa, temiendo fuera el renacido "Billy el Niño". Me he comido un papel con la cita para la reunión del comité de facultad. Luego me he percatado que tan solo era el ticket de Mercadona. Recuerdo en sueños a "Billy el Niño" con la cabeza afeitada como Buxadé y me quemaba con un cigarrillo preguntándome algo sobre la bandera de los pedófilos. Me ha costado un huevo limpiar la orina del colchón.

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  3. Sea usted bienvenido sr Trasobares. Le veo a usted muy puesto en el mundo de los ultriafriquis del yunque y demás participadas.Coincido con usted en que esta partida, de momento, la va ganando vox, pero confiemos en que haya partido.La famosa Baraka de Sanchez.

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