Pero… ¿qué es exactamente Feijóo?

En los medios de la derecha un titular ha predominado a la hora de sintetizar las declaraciones de Feijóo en “El Hormiguero”. Recoge la proclamación más solemne del presidente del Partido Popular: “Yo no soy Sánchez”. Y ya ven cómo se materializa el antisanchismo en la campaña de la derecha, no tanto por lo que su candidato es sino por la peregrina idea de que, no siendo otro -el “Otro”-, cualquier explicación adicional sobra. 

Siguiendo este presupuesto, Feijóo ha dicho que no asistirá a ningún debate en directo, salvo al cara a cara organizado por Antena 3. Cabe suponer que no desea dar demasiadas pistas sobre qué es él, qué piensa, qué propone y cómo espera resolver los problemas de España. Porque si ya ha dejado claro que no es Sánchez sino su contrafigura, ¿que más queremos saber? Es inaudito: en estas elecciones la alternativa política conservadora -y a la vez ultraderechista- se fundamenta en una simple negación de la parte contraria. Desde el punto de vista de cómo se construyó y expandió el antisanchismo -ese alucinante relato sobre el Gobierno ilegítimo, traidor, autoritario, socialcomunista, bolivariano, golpista y filoterrorista- tal planteamiento tiene una lógica aplastante, pues a la postre para liberar al pueblo español del yugo que al parecer le oprime sólo hace falta que venga alguien esencialmente distinto a lo que hay. Cualquier cosa vale.


Feijóo es un tipo soso, vacilante, que se descoloca con rapidez y cuyas mediocres virtudes políticas le han permitido manejar Galicia durante años en plan ni fu ni fa, pero con un poco más de fu reaccionario que de fa progresista. Siendo su personaje tan desvaído y desconocido, han aparecido auténticos feijóologos -habitualmente periodistas gallegos- capaces de profundizar en él y de desvelar sus pulsiones ocultas. Por lo demás, sabemos que el líder de las derechas -porque Vox va en su tándem- no habla inglés, no es brillante, no conoce bien los datos y entresijos de la economía y en tiempos solía pasar días de asueto en el yate de un narcotraficante. Hay gente que cree que su desconocimiento de los idiomas extranjeros y el asunto del narco serían suficientes motivos para descalificarle antes de empezar siquiera la carrera hacia la Moncloa. Pero en este verano azul de playas de mentirijillas todo eso ha dejado de importar en la banda de estribor, donde se la salvación de la patria se fía en aquello que no es Sánchez. Y si baja el precio de la gasolina y de la luz, y parece que la inflación está cediendo, no será cierto, o se tratará simplemente de algún raro fenómeno extrasanchista.


Feijóo, el que no es Sánchez, apenas abre la boca para significarse un poquitín. No ha logrado explicar cuál es el criterio de su partido a la hora de negociar con Vox, pero a cambio ha asegurado que con él al frente España obtendrá en empleo, crecimiento y otros parámetros… ¡unos resultados por debajo de los que ya se van logrando mal que bien con el Ejecutivo actual! Para colmo, en un arranque de audacia, ha dicho que si gobierna no derogará la reforma laboral que su partido voto en contra. Es muy desconcertante.

En fin, que servidor no es precisamente un fan-fan de Sánchez. Hay aspectos de su personalidad y su actitud política manifiestamente mejorables. Vale. Pero comparado con su contrafigura conservadora sale muy pero que muy favorecido. Y si hablamos de percha y atractivo físico, ni les cuento. Así está España.


Comentarios

  1. Matizo. Solo con las vidas que salvo en la pandemia. Pedro Sánchez es la Ostia! Como cuesta reconocerlo.

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  2. Si... pero donde venden esas naranjas a 0,12 € kilo?

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  3. Da igual todo.. Es tremenda la cerrazón imperante. Viva tu regreso

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  4. En una semana, Feijóo se ha quedado completamente desnudo : ya no tiene palabra y casi ha vaciado de contenidos al “sanchismo” que viene a derogar.

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