Las derechas madrileñas se van de cabeza
Otra jornada
extraña, surrealista y desquiciante. En la Comunidad de Madrid
(CAM), gran agujero negro de la pandemia, las derechas dieron un paso
más en su demencial deriva, y las profundas contradicciones de sus
posturas ante el impacto del coronavirus se pusieron de relieve de la
forma más ostentosa. Porque… vamos a ver: ¿se trataba de reducir
la relación social y la movilidad de la gente para frenar la
infección?, ¿o había que mantener el funcionamiento de la economía
al precio que fuese? ¿Era conveniente atender el consejo y las
indicaciones de los especialistas?, ¿o estábamos (y estamos, se
supone) ante una cuestión de estricta naturaleza política? ¿Ha
sido el estado de alarma una oscura maniobra socialcomunista para
provocar un cambio de régimen e implantar una dictadura de corte
bolivariano?, ¿o era y es imprescindible ordenar en todo el país,
de forma ordenada, un confinamiento general para superar el colapso
de la red sanitaria, doblar la curva de contagios y poner la crisis
bajo un mínimo control?… Lo tremendo es que el PP no se ha
limitado a criticar determinadas acciones del Gobierno, que sería
comprensible, sino que ha entrado en una espiral delirante,
destructiva y nada proactiva. Y ha querido utilizar su espacio
institucional más relevante, la CAM, para lanzar una ofensiva contra
el Ejecutivo central; una ofensiva destinada a derribar el Gabinete
presidido por Sánchez, utilizando ahora un argumento y dentro de
diez minutos su contrario. Qué nivel.
Que en Madrid la
desescalada habrá de avanzar con pies de plomo es más que evidente.
¡Pero si es allí donde más contagios, muertos y desastres se han
producido! Por eso causó pasmo que durante cuarenta y ocho horas
Ayuso, Aguado y sus asesores se liaran la manta a la cabeza,
acordasen finalmente (con la oposición inicial del consejero de
Sanidad) pedir el pase inmediato a la Fase Uno acelerando el retorno
a la normalidad, y todo ello provocase la dimisión de la única
profesional experta metida en el barullo, la directora general de
Salud Pública, Yolanda Fuentes. Un melodrama donde no faltaron los
habituales disparates inventados por la ultraderecha. Ya saben: el
8-M, el ataque a las libertades por parte del tándem
Sánchez-Iglesias, la incompetencia de los progres y el resto del
muestrario. Solo que por detrás de ese argumentario, sobado en las
redes a diario por miles de “trolls” y “bots” que se
autorreproducen sin cesar, aparecía el fantasma de las infantiles
maniobras propagandísticas de Ayuso, la dura prueba sufrida por una
sanidad publica sometida previamente a los recortes y la
privatización, y la espantosa tragedia de las residencias de
ancianos. Menos mal que aún existe el estado de alarma y el
Ministerio de Sanidad tiene la prerrogativa de decirle que no a la
CAM e imponerle algo de prudencia. Si no...
Ayuso, tan jaleada
por los medios conservadores, ha jugado durante los últimos dos
meses a quitarse de encima cualquier responsabilidad. Ha pretendido
cargar en la cuenta del Gobierno de España todas las causas de la
catástrofe vivida en los hospitales y las residencias de Madrid. Su
versión de los acontecimientos, utilizada por todo el PP y también
por Vox, ha tenido cierto éxito, gracias también a la escasa
habilidad de Sánchez y los suyos para sincerarse ante la ciudadanía.
Según las derechas, al recaer en el Ejecutivo central el “mando
único” de la lucha contra el coronavirus, sería el eje
Moncloa-Galapagar el único y exclusivo protagonista de dicho
combate. Las autonomías habrían quedado libres de toda obligación
concreta, subordinadas e incluso boicoteadas (acuérdense de aquellas
supuestas mascarillas presuntamente intervenidas a la CAM) desde el
citado “mando único”.
Las cosas, por
supuesto, nunca fueron así. Ministerios como el de Sanidad o el de
Servicios Sociales llevan muchos años prácticamente vaciados de
competencias, que pasaron íntegramente a las autonomías. Ni antes
de la pandemia ni ahora han dispuesto de personal, instalaciones y
cualesquiera recursos operativos. Por eso el “mando único” ha
dado directrices, ha coordinado (con mejor o peor fortuna) las
actuaciones en el conjunto del país, y ha marcado estrategias; pero
con la UME o sin la UME la actuación sobre el terreno ha
correspondido a las comunidades, que sí tenían centros de salud,
hospitales, laboratorios, plantillas y organigrama.
Soy de aquellos que
están hartos de tanta moralina judeocristiana con el tema de la
culpabilidad, la confesión y la penitencia. También me alineo con
quienes habrían deseado que España, empezando por sus dos
territorios de referencia, Madrid y Cataluña, hubiera manejado mucho
mejor la inesperada visita del coronavirus. Pero ya está bien de que
un personaje tan disperso y absurdo como Ayuso se permita el lujo de
tomarle el pelo a España entera. Cómo habrá sido el deshueve, que
incluso personas de derechas de toda la vida han ponderado durante
estas últimas horas la relativa prudencia de Torra, que en materia
de desescalada se lo ha tomado con suficiente tranquilidad. A tal
punto hemos llegado.
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