He dado positivo, tengo el Covid 19

En las últimas cuarenta y ocho horas me ha ocurrido algo no sé si desconcertante o espeluznante. He dado positivo en Covid 19, primero en un análisis PCR y luego en un test serológico. O sea, que tengo el “bicho” y ya estoy produciendo anticuerpos. ¿Cómo es posible? He procurado mantener el confinamiento según las reglas… salvo que hace unos once días hube de ir al hospital que me corresponde por cuestión de un achaque tan estúpido como molesto. Hace otros seis días volvía a una consulta externa de dicho hospital. Me dicen que las fechas encajan. Las dos personas con quienes convivo están pendientes de las instrucciones de Sanidad. A mí me han aislado en un ala de la casa y aquí he de pasar dos semanas de cuarentena. Mi vida se ha parado dentro del parón, y ahora se desarrolla en una burbuja que, por suerte, tiene vistas a un soto de ribera, con árboles y el sonido del río. Por suerte también, y esto es lo más abracadabrante, no tengo nigún síntoma. Ni fiebre ni dolor de garganta ni sensación de ahogo ni diarrea. Mantengo los sentidos del gusto y del olfato (pero he dejado de preparar comidas y cenas, para gran disgusto de mi pequeña familia). O sea, que estoy bastante bien… De momento.


Es todo muy extraño. Es una experiencia que te sitúa cara a cara con el carácter imprevisible, extravagante y cabrón de esta enfermedad, a la que no es fácil combatir porque se desliza fantasmal entre nosotros, y es capaz de pasar inadvertida incluso para quienes la padecemos. Ahora mismo, si no fuese por una serie de coincidencias que dieron lugar a la realización del PCR y el test (que solo estaban encaminados a descartar el coronavirus, cuya presencia nadie intuía), yo seguiría rondando por la cocina, habría encendido el horno y a lo mejor salía a comprar alimentos y luego a tomarme una cerveza en alguna terraza. Sería para los demás un peligro latente e inconsciente. 


Me he llenado de aprensiones. Una parte de mi cerebro intenta explorar de alguna forma el fondo de mis fosas nasales, para espiar a los virus y ver qué hacen. Miro hacia adentro de mi cuerpo, recorro con la mente venas y arterias pretendiendo saber cómo se desarrollan, o no tanto, los anticuerpos capaces de defender los órganos vitales. Estoy dentro del grupo de riesgo (cumplí 67 en las primeras semanas de confinamiento) y eso acojona, pese a que me tengo por un tipo bastante templado. Ahora mismo, mientras escribo, cruzo los dedos, porque llego a imaginar que el Covid 19, instalado en mis mejores líneas de pensamiento y comunicación interna, sabe lo que maquino y lo que digo, y es capaz de meterme un navajazo en los pulmones para hacerse respetar, o para que yo no me pase de listo o por puro capricho. 


Mientras, entre análisis y susto, apenas he tenido tiempo para deshuevarme a modo de las fotos de la “dolorosa” Ayuso en la portada dominical de “El Mundo”. La misma portada, por cierto, en la que ese diario llamaba “El hijo del pajarero”al prestigioso economista que conduce la desescalada junto a otros expertos, y cuyo padre, al parecer,  vendía aves cantoras. Ya ven, qué poca categoría. ¡A quién se le ocurre no ser vástago de notario, ingeniero, banquero o jefe provincial del Movimiento!


Y lo más serio. Esta enfermedad es muy traicionera y por ello complicadísima de gestionar desde el punto de vista de lo que llamamos salud pública. Los recovecos en las líneas de contagio, los asintomáticos, la disparidad de síntomas, la dificultad para controlar lo que se desconoce o no se conoce bien… todos estos factores contribuyen a crear confusión y a provocar errores. Incluso los expertos van dando bandazos. De lo cual se deduce que la desescalada va a ser un movimiento no tan controlado, lleno de incógnitas y en el que seguirá vigente el mecanismo prueba-error. Contrariamente a los que se piensa en España (donde buena parte de la opinión pública ha sido intoxicada por el discurso de las derechas y sus medios), la pandemia es un problema irresoluble en sí mismo, al menos mientras no haya una vacuna o retroviral efectivo. No es cierto que otros países hayan superado la prueba, aunque tal vez la hayan afrontado mejor. Alemania esta observando su propio desconfinamiento con creciente alarma porque los contagios crecen. Se han producido nuevos brotes en Corea del Sur y en China (si es que podemos saber con precisión lo que ocurre en China). El caos estadounidense presagia un desastre de enormes proporciones. Las limitaciones al movimiento de las personas continúa siendo el remedio más eficaz, pese a sus tremendas implicaciones económicas. 


En fin, que me he llenado de humildad y ha aumentado (exponencialmente) mi relativismo. Debe ser un efecto del coronavirus. A ratos imagino que me está colonizando un organismo alienígena. Pero bueno… si Ayuso puede posar cual la Virgen de los Dolores, bien podría yo encarnar al Ecce Homo.


Comentarios

  1. Espero que se quede en la cuarentena sin mas. Mucha fuerza y paciencia.

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  2. Lo más interesante de esta columna es que desvela como el vtrus se agazapa en cualquier lado, y lo más ejemplar es contar que uno está infectado. Es una enfermedad, no un estigma. Por cierto, en tiempos de tanta mascarilla, y tanto velado me chirrían los anónimos y los pseudónimos.

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  3. Gracias por tu exposición de tu estsdo. Muchos ánimos y un abrazo virtual a los dos.

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  4. El comentario anterior es mio. Alberto Chóliz"Tico"

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  5. Saldrás de esta y con anticuerpos, pasarlo así es un privilegio. Lo cuentas fantástico, gracias. Ánimo y suerte

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  6. ¡Ánimo! Lo normal (99%) es que no pase nada. Si nos fiamos de los test serológicos (ese es otro cantar), la fase de mayor riesgo ha pasado. Pero la situación es desconcertante, cierto temor se ha extendido en la sociedad, cubriéndolo todo como una nebliba, a ratos una niebla espesa provocada por el pánico. Poco a poco se aclarará, veremos que en la inmensa mayoría de las personas este puñetero virus pasa sin pena ni gloria, y recordaremos a los que no tuvieron esa suerte.

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  7. Ánimo José Luis, esperemos que sigas asintomático y no te enteres mucho, salvo por el aislamiento. Un abrazo

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