Salud vs economía... o viceversa
Demasiado
confinamiento, piensa cada vez más gente. Las radicalizadas derechas
son capaces de proclamar de manera casi simultánea que es necesario
tomar drásticas medidas, intensificar la cuarentena… al tiempo que
lamentan la pérdida de derechos individuales y aseguran que los
niños no pueden seguir metidos en casa por más tiempo o describen
la situación como una especie de macroencarcelamiento
anticonstitucional a partir del cual vendrá la dictadura comunista,
o chavista, o vayan ustedes a saber. A su vez, Torra, en dura
competencia con Junqueras, también quiere cerrarlo todo y abrirlo al
mismo tiempo. El debate político, viciado por estas y otras
contradicciones, impacta sobre un Gobierno dubitativo y
constantemente desorientado que lleva dos meses debatiéndose entre
la lógica sanitaria (una epidemia sin alternativa terapéutica solo
se puede detener eliminando el contacto social) y la económica (la
paralización equivale a la ruina y más en un país cuyo PIB depende
en gran medida del turismo, el negocio inmobiliario y los servicios).
En la confrontación
de intereses que supone el dilema salud o economía, son muchas las
voces que cuestionan la naturaleza esencial de un capitalismo
financiero abonado por la desregulación, capaz de cualquier cosa en
nombre del beneficio rápido y tan caótico como destructivo a medio
plazo. Sin embargo es difícil vislumbrar en los alegatos de las
izquierdas una alternativa sólida, verosímil, al actual sistema.
Las utopías sociales de la
recién concluida Edad Contemporánea ya
desembocaron en
estruendosos fracasos
(aunque Rusia y sobre todo China prosperen ahora a gracias a un
neocapitalismo
dirigido por oligarcas
del régimen o por el
propio Estado). A partir de ese momento los progresistas han
estado a la defensiva, aferrados a los paradigmas socialdemócratas y
a su “conservación”. Pero la nostalgia por el Estado del
Bienestar o las ensoñaciones populistas rojas, verdes o moradas no
encajan en una realidad que huye en estampida hacia no se sabe dónde.
Basta ver, en España, la errática y confusa marcha de Podemos en
pos de unos objetivos insostenibles.
Roberto Saviano
(“Gomorra”, “Cero, cero, cero” y miles de artículos) ha
publicado en “Le Monde” y “La Repubblica” un trabajo titulado
“Las políticas que solo siguen el olor del dinero solo generan
muerte, no riqueza”. En versión española ha sido recogido por la
web “ctxt-Contexto y Acción” (en la sección aneja de
recomendaciones de este mismo blog se ofrece un enlace para quien
desee leerlo) y es un alegato contra la gestión llevada a cabo en
Lombardía por el gobierno regional de la Liga, crítica que se
extiende al conjunto de la clase dominante de la zona incluyendo a
las organizaciones empresariales y a varios líderes locales de
centro-izquierda. Lanza Saviano acusaciones no muy distintas, por
cierto, de las que entre nosotros dedican las derechas al Gobierno de
Sánchez. Pero el periodista y escritor italiano insiste con mucha
intención en el hecho de que, si Lombardía ha sufrido más que
ningún otro enclave europeo (salvo quizás la Comunidad de Madrid)
el azote del coronavirus, es porque allí las autoridades se
empeñaron en mantener funcionando fábricas y comercios, hasta que
la muerte y la crisis sanitaria impusieron su dura ley.
Ni en Lombardía ni
en Gran Bretaña ni en Estados Unidos (donde los gobernantes
quisieron también compatibilizar la pandemia con la normalidad
productiva) se ha resuelto de manera satisfactoria la colisión del
negocio con la protección de la ciudadanía. Sin embargo, la
polémica sigue viva. Porque poner en cuestión toda la estructura
económica global es un reto demasiado inabarcable, al menos por
ahora. Sabemos que el capitalismo postmoderno nos lleva al
precipicio, lo comprobamos de manera cada vez más trágica. Mas
ignoramos cómo darle la vuelta a esta auténtica locura. Ocuparse
solo del dinero nos conduce a la destrucción y la muerte, ya lo
estamos viendo. Entonces… ¿cómo hacemos para caminar en otra
dirección hacia un futuro más humano y más feliz?
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